Herederos ancestrales: un amor por la gaita
Se trata de un grupo de niños y niñas que buscan continuar el legado del folclor a través de los instrumentos típicos de la Costa Caribe.
No hay quien al escuchar el misterioso sonido de la gaita se quede indiferente. Esta es la premisa que tiene para enseñar la escuela de gaitas Herederos ancestrales proveniente de San Jacinto, Bolívar.
Este instrumento de viento hace parte fundamental del sonido de la Costa Caribe colombiana, utilizado en diferentes ritmos musicales como el porro, cumbia, merengue o la puya.
El grupo musical Herederos ancestrales nació en 2010 y hace parte de la organización del ‘Festival nacional autóctono de gaitas’ que busca continuar el legado del folclor local.
La escuela está conformada por más de 80 niños y niñas con edades entre los 5 a los 13 años.
“Nos va a permitir mantener el legado ancestral en niños que empiezan a prepararse, ya son la tercera generación de la escuela y siempre estamos buscando nuevos horizontes y maestros que le permitan a ellos aprender mucho más que la gaita”, señaló Armando Tapia, presidente de Corfoarte.
El centro de formación no solo busca enseñarles a tocar la gaita sino a ser seres humanos integrales, “que donde quiera que vayan sean apreciados”.
“En San Jacinto hay varias escuelas de formación, nosotros mantenemos la del festival como una muestra de lo que nosotros queremos, su vestimenta y sus instrumentos, haciendo que las demás personas nos sigan y seguir formando más escuelas en el país”, agregó Tapia.
Actualmente, cuentan con el apoyo de la Gobernación de Bolívar, la Corporación del festival autóctono de gaitas y el respaldo de los padres de familia, quienes nunca abandonan a sus infantes.
“Acabamos de recibir un estímulo del Ministerio de Cultura para que esta escuela se siga formando de manera virtual y presencial porque entendemos que todavía no podemos despegarnos de la virtualidad y debemos aprovecharlo para grandes cosas”, sostuvo.
Un gaitero nato
Los niños sanjacinteros disfrutan tener en sus manos los instrumentos folclóricos y a través de los ensayos perfeccionan su dominio.
Lo anterior, se logra con el acompañamiento de los instructores que se encargan de orientarlos.
“Ahora para épocas del festival de gaitas más niños se incentivan a ingresar a la escuela porque ven a los que ya están presentándose en las tarimas y en las redes sociales, aspecto que nos ayuda a mantener el semillero”, dijo el coordinador de Herederos ancestrales, Jeiver Rodríguez Villalba.
Rodríguez Villalba, de 34 años y oriundo de San Juán Nepomuceno (Bolívar), es un apasionado por la gaita desde muy joven y es un ejemplo para la nueva generación.
“Yo tengo un compromiso con mi maestro sanjacintero de 92 años, Manuel Antonio García Caro, quien llegó a San Juán Nepomuceno a enseñar a muchos gaiteros y hoy en día ese aprendizaje nos sirvió no solo a mi sino a mis hermanos y primos para ser parte de los gaiteros de San Jacinto”, contó Rodríguez.
Y es que Jeiver fue invitado como gaitero a grabar el álbum ‘Un fuego de sangre pura’ del vocalista Rafael Antonio Castro Fernández quedando como ganadores del Grammy Latino 2007.
“San Juán Nepomuceno y San Jacinto son como hermanos, llevamos la música autóctona de gaitas por muchos rincones del mundo”, enfatizó el músico.
Hay gaita para mucho tiempo
Entre sonidos de gaitas, maracas y tambores se han visto pasar a varias generaciones que con una maravillosa e increíble fusión mantienen viva la música ancestral.
“Es la cuarta escuela que llevamos, un semillero grande y lo más grande es que los padres y la Corporación del festival se han puesto las manos en el corazón y han seguido apoyando esta cultura para que no muera”, puntualizó Jeiver Rodríguez.
La tradición no sería posible sin el apoyo de los padres de familia, quienes están apoyando en cada momento.
“Todos los padres han confiado en sus hijos y por eso en todo momento estoy apoyándolos, me los entregan con mucho amor y yo se los recibo con todo el gusto para estar pendiente a todo”, expresó Sahit Ortega Guzmán, madre de dos niños pertenecientes a la escuela.
Los niños y niñas de la academia le ponen amor al folclor para no dejarlo morir.
“Tenemos tres días reglamentarios siendo lunes, miércoles y viernes con un horario desde las 3:30 de la tarde, donde los niños ya están descansados de haber llegado de sus compromisos con el colegio, así nos acercamos a la casa del museo de Corfoarte para hacer los ensayos”, explicó Sahit.
De esta manera, la nueva generación hace respetar su legado, pues llevan el folclor en sus venas, en la sangre y en el alma, ejecutándolo con aprecio y sentimiento en cada sonar de gaitas.